
Durante estos días he estado recibiendo del Señor alertas de pérdidas para el mundo entero. Y hoy mismo tuve la confirmación de este mensaje. Este es un tema delicado, que pocos gustan de tocar; pero es apremiante que les pueda compartir la Voz de Dios en Mis Letras al respecto.
Me ministraba el Señor la forma tan sutil con la que el reino de las tinieblas ha seducido a la humanidad, arraigándonos más y más a las cosas de este mundo. Eso puede ser lógico para aquellos que no han tenido una experiencia con Jesús, pero es extremadamente preocupante para los que son hijos de Dios. Y es esto precisamente es lo que Dios me ministraba; son muchos los hijos de Dios que están mostrando más amor por las cosas de este mundo, que hacia Dios y sus semejantes. Y que están más arraigados a sus empleos, posesiones, bienes, personas; como familiares, amigos, etc.; también a la naturaleza, comida y hasta a los animales más que su Creador. Me decía el Señor: “No están preparados para perder” y el Espíritu me ministraba que se avecina un tiempo de pérdidas para toda la humanidad y que su pueblo debe estar preparado para llenar el espacio que dejaran esas pérdidas con aquello que espiritualmente han recibido por la gracia de Dios.
Pablo escribió a los efesios Por esta razón me arrodillo delante del Padre, de quien recibe nombre toda familia en el cielo y en la tierra. Le pido que, por medio del Espíritu y con el poder que procede de sus gloriosas riquezas, los fortalezca a ustedes en lo íntimo de su ser, para que por fe Cristo habite en sus corazones. Y pido que, arraigados y cimentados en amor, puedan comprender, junto con todos los santos, cuán ancho y largo, alto y profundo es el amor de Cristo; en fin, que conozcan ese amor que sobrepasa nuestro conocimiento, para que sean llenos de la plenitud de Dios. Efesios 3:16-19
Desea nuestro Padre que podamos soltar lo que nos rodea o tengamos en nuestras manos; que ocupa Su lugar y que nos mantiene arraigados a este mundo y no a Él y a su amor; de modo que estemos bien cimentados y llenos de la plenitud de Dios. La plenitud de Dios, es estar completos en Él. Simplemente reconocer que si le tenemos a Él, no necesitamos nada más. El Señor me ministraba sobre el sentido insatisfacción de sus hijos, el deseo de tener más, pero no exactamente más de Él.
Me hacía comprender la razón por la que a lo largo de todos estos años de servicio a Dios, me ha permitido pasar procesos tan duros de pérdidas y me traía la memoria cada una de ellas. He perdido a seres queridos como a mi único hermano por ejemplo y tres de mis hijos; propiedades, vehículos, muchos a quienes consideraba mis amigos; e incluyendo también la perdida de la comunión con mis hermanos por tener que salir de mi congregación y también de mi tierra, por mandato de Dios; posiciones de empleo y ministeriales, títulos, sueños, etc. Y la lista continúa. Finalmente Dios me hizo comprender que cuando viví esos momentos, solamente Él estuvo conmigo y me ayudo a crecer en amor y madurez espiritual. He aprendido a perder y cuando esta experiencia es aprendida comprendes que estar lleno de Dios basta y te capacita para dar de lo que por gracia has recibido; que no tiene nada que ver con tus bienes materiales. Es cuando aparentemente no tienes nada, que te das el lujo de darlo todo. Por eso creo que Dios me llamó al pastorado para este tiempo, será un tiempo en que solo los que se encuentren en la plenitud de Dios podrán dar a los tantos y tantos necesitados que nos van a rodear de lo que sólo por gracia hemos recibido.
Por eso digo, pues…Es más, todo lo considero pérdida por razón del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor. Por él lo he perdido todo, y lo tengo por estiércol, a fin de ganar a Cristo y encontrarme unido a él. Filipenses 3:8-9
Quizá esta no sea una noticia muy alentadora, pero es necesario que usted se prepare para este periodo de pérdidas que serán irreparables y aprenda a refugiarse en el Señor. Deben prepararse para un tiempo de pérdidas de seres queridos, empleos y de las más preciadas posesiones para algunos. Porque me decía: “Yo seré su único refugio” Pero también prepárense para ver el más grande avivamiento jamás antes visto; será una lucha espiritual intensa que apenas comienza, pero que dará lugar también a las más grandes manifestaciones del poder sobrenatural de Dios en milagros y prodigios que esta generación jamás haya experimentado.
Nuevos ministerios se levantan, pero muchos otros colapsan. Durante la madrugada de hoy Dios me mostraba templos cerrados, pastores que renuncian a sus posiciones y fuertes sacudidas, no solo por parte de la naturaleza sino también dentro de la obra de Dios. Sistemas colapsarán juntamente con los gobiernos. Por un lado verá en aumento la persecución contra la iglesia; pero también verá momentos en que Dios levantará a su pueblo y plantará bandera; dando a conocer Su Reino.
En este tiempo dice el Señor: Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo. Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad. Colosenses 2:8-10
Algunos planes serán frustrados por Dios para algunos de sus hijos, hay quienes están haciendo fuerza para conseguir algo, pero no lo conseguirán porque no es la voluntad del Señor. Mientras, otros recibirán lo que han anhelado por mucho tiempo; aún en medio de la crisis. Otros que aún están viviendo en el recuerdo de experiencias del pasado, tendrán que soltarlas, y continuar hacia adelante para poder sanar. Pero en general es tiempo de perder, entregar, soltar y arrancar dice el Señor para poder dar de aquello que solo proviene de Él y para Él. “Yo vengo pronto” dice el Señor.
Esta es mi oración:
Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él, alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza, la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales, sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero; y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo.
Efesios 1:17-23