DIRECCIÓN CORRECTA
- Pastora Glenda Liz Amador
- 3 may
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 4 may

Con frecuencia, la gente califica a la etapa de la mediana edad como el tiempo de la “crisis de los cuarenta”. Una crisis en mitad de la vida puede ser causada por el envejecimiento mismo o por la combinación de este con cambios, problemas y frustraciones laborales, las relaciones, los hijos y los cambios físicos asociados con la edad. Las personas que experimentan la crisis de la mediana edad suelen perseguir un sueño o una meta no definidos. Puede que se llegue a tener un profundo sentimiento de remordimiento por las metas que aún no se han logrado. Puede que se atraviese o se tema a la humillación de parte de otras personas o colegas más exitosos. Con frecuencia, se experimenta un sentimiento de juventud.
En la raíz de todas estas cosas hay un sentimiento de que falta algo. Se suele dar una especie de trágica sabiduría en las crisis de los cuarenta, cuando las personas se dan cuenta del vacío que hay en mucho de aquello por lo que se esforzaban por tantos años de sus vidas. Y un cambio de dirección es absolutamente necesario.
Sobre la dirección correcta, es la voz de Dios, que hoy comparato en Mis Letras.
Lucas 19:2-4 nos dice lo siguiente: “Y sucedió que un varón llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos, y rico, procuraba ver quién era Jesús; pero no podía a causa de la multitud, pues era pequeño de estatura. Y corriendo delante, subió a un árbol sicómoro para verle; porque había de pasar por allí.”
Me pregunto si Zaqueo, de quien leemos hoy en el pasaje del Nuevo Testamento, estaba atravesando una crisis de la mediana edad. Fuera así o no, en su encuentro con Jesús encontró la respuesta que mucha gente está buscando.
Probablemente Zaqueo no era joven. Como “jefe de los recaudadores de impuestos” había alcanzado la cima de su profesión (19:2). Aunque se hacía cada vez más viejo, aún era capaz de correr y trepar un árbol. Había conseguido hacerse rico y probablemente su trabajo era su prioridad. Como jefe de los recaudadores, Zaqueo debía tener gente trabajando bajo sus órdenes.
Seguro que lo habrían promovido muchas veces y podía mirar atrás con satisfacción por todos sus logros. Pero el costo personal de su trabajo como recaudador de impuestos era el desprecio y la impopularidad. La gente en la situación de Zaqueo, aunque puedan haber acumulado riquezas, suelen sentirse resentidos hacia su trabajo y atrapados en la vida que han escogido.
El hecho de que sea mencionada su “casa” nos afirma que Zaqueo tenía una familia (v.9). Puede que trabajara muy duro por ellos.
Una crisis de la mediana edad puede ser devastadora para la vida familiar. Una persona en esta crisis puede volverse alguien resentido, deprimido y enojado con los que están más cerca de él, al sentir que no importa lo duro que trabaja, su familia puede llegar a sentirse siempre insatisfecha.
Casi seguro que Zaqueo provenía de un hogar religioso. Y sus padres le vieran como un buen hijo y proveedor. Pero realmente, la gente religiosa lo veía como un “pecador” (v.7). ¿Por qué? Porque recolectaba impuestos de su propio pueblo para dárselos a los romanos, llevándose con ello una gran comisión para sí mismo.
Con todo, ahora vemos a Zaqueo, en este momento de su vida “procurando ver quién era Jesús” (v.3). Tuvo que darse cuenta de su necesidad; a pesar de todo su dinero, éxito, vida familiar y su “religión” todavía había algo que faltaba.
Lo interesante es que, Zaqueo quería ver a Jesús sin que Jesús lo viera a él (v.4).
Mucha gente siente que por causa de su pecado y sus imperfecciones, Dios les dará la espalda. Pero Dios ama a la gente imperfecta y, en vez de darte la espalda, se vuelve hacia a ti. Y en un momento del encuentro espectacular, Jesús dijo: “Zaqueo, date prisa, baja en seguida” (v.5).
Zaqueo se dio cuenta de que no podía esconderse de Dios. Jesús lo conocía incluso por su nombre.
Sea lo que sea que hayas hecho en tu vida, y sea cual sea tu imperfección, Jesús te ama y quiere tener una relación contigo. Sólo se necesita una respuesta.
Zaqueo se humilló y obedeció a Jesús. No lo pospuso sino que se apresuró a bajar y, muy contento, recibió a Jesús (v.6).
El resultado fue la transformación total de la vida de Zaqueo. Decidió “dar a los pobres la mitad de mis bienes, y si en algo he defraudado a alguien, le devolveré cuatro veces la cantidad que sea” (v.8). Su actitud hacia sus posesiones cambió por completo.
La pregunta que debemos hacernos al responder a nuestro llamado no debería ser “¿cuánto puedo recibir?” sino “¿cuánto puedo dar?”(v.8).
Su familia entera fue transformada. Jesús le dijo “Hoy ha llegado la salvación a esta casa” (v.9). La salvación llegó a su casa con la llegada de Jesús. Salvación significa libertad; significa una relación con Jesús que perdura para siempre. Esto pone en perspectiva incluso a la crisis de la mediana edad.
Finalmente tú, como Zaqueo, puedes ser parte de la transformación de la sociedad que viene de Dios. La transformación en Zaqueo y en su casa benefició a los pobres y trajo justicia a aquellos que habían sido defraudados.
En medio de nuestras crisis, incluyendo las de la mediana edad; nuestra respuesta siempre es Jesús. Da igual cuánto tiempo hayas viajado en la dirección equivocada, siempre puedes dar la vuelta. Con Jesús, nunca es demasiado tarde para volver a empezar y asegurarte de que tu vida está orientada en la dirección correcta.
Dios te Bendiga ❣️
Es un privilegio inmerecido, tener la bendición de que Jesús nos visite a nuestra 🏡 para reparar todo lo que por nuestro pecado y malas decisiones hemos construido, Gracias Dios por tu inmensa Misericordia 🙏