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SOBRE LA MESA DE MISERICORDIA


La voz de Dios que hoy comparto en Mis Letras se encuentra en Mateo 6: 25-29 y el nos dice lo siguiente: Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo? Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos.


Lo necesario de cada día es lo único que podemos disfrutar: No podemos comer, ni beber, ni vestirnos con el mañana. Así como no podemos explicar el problema que nos ocasiona tener un excedente al que le debemos buscar un espacio para guardarlo; además de la posible ansiedad que genera la necesidad de protegerlo de los ladrones. Una vara o un bastón ayuda al que practica una caminata diaria como el senderismo, pero tratar de llevar todo un saco de ellos es una carga.

Tener suficiente alimento es en realidad tan bueno como un gran festin y, a decir verdad, es lo único que puede disfrutar el peor de los glotones. Eso es todo lo que deberíamos esperar: y tener deseos de más, nos expone a la ingratitud. Si nuestro Padre no nos da más, debemos estar contentos con nuestra cuota diaria. Bien lo escribió el apóstol Pablo en su primera carta a Timoteo: "Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto" (1 Tim.6:8).

Vive los días de uno en uno. No tomes prestados problemas del mañana: "Cada día ya tiene sus propios problemas" (v.34). La preocupación no elminina el dolor del mañana sino, que deja sin fuerzas el hoy. Entonces; hoy mismo toma la decisión de no preocuparte por el mañana. Tus fuerzas se renovarán a través de la Palabra de Dios, el servicio a Él, la oración y saber esperar en Él.

Busca la ayuda diaria de arriba. ¡Qué agradable seguridad es saber que cada día se nos dará lo que necesitamos! Por lo tanto disfruta de tu pensión diaria. Jamás te quedes con hambre mientras el pan diario de la gracia esté sobre la mesa de la misericordia de Dios cada mañana.

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